Osvaldo Thiers nace en Carahue en 1932. Sus padres descendientes de colonos europeos se caracterizan por el ingenio y la sensibilidad. Cursa la educación básica y el bachillerato en el Instituto San José de Temuco, hoy La Salle. Posteriormente ingresa en la Escuela de Bella Artes de la Universidad Católica de Chile para realizar sus estudios superiores. 

Como artista es muy polifacético. A lo largo de su trayectoria ha trabajado distintas disciplinas y algunas de ellas de forma autodidacta. En el área pictórica evoluciona en su estilo pasando por el Romanticismo, el Postimpresionismo, el Expresionismo y el Surrealismo, entre otros. Sus grandes maestros siempre estuvieron dentro de una línea pictórica más clásica hacemos mención de Velázquez, Goya, Rembrandt o Rubens sin descartar a Cézanne, Picasso, Dalí o Giorgio de Chirico. Aunque también debemos citar a dos profesores universitarios que le influenciaron en su aprendizaje, nos referimos a Oscar Trepte y a Miguel Venegas. El primero fue maestro de dibujo y está considerado como uno de los diez mejores pintores chilenos, de él aprendió la potencia y la severidad expresiva de las morfologías. De Miguel Venegas, profesor de pintura muy realista y figurativo adquirió el respeto por el oficio académico y los ambientes serenos.

Como escultor se define autodidacta, sus creaciones se relacionan con su niñez en el campo y en el Molino Thiers, empresa familiar donde existía todo tipo de artilugios y herramientas con las que jugaba y soñaba. Osvaldo define sus esculturas como “máquinas inútiles”, parte siempre con la intención de lograr un movimiento una sorpresa. Son máquinas primitivas realizadas con pedazos de fierro. Le interesa mucho que el espectador participe de ellas e interaccione haciéndolas funcionar por medio de manivelas. El tema de las máquinas también se relaciona con su admiración por Leonardo Da Vinci y por su inquietud en aprenderlo todo.

Como grabador se forma en la Escuela Superior de Bellas Artes de París gracias a una beca que consigue en 1976, donde estudiará diferentes técnicas como el aguafuerte, la aguatinta o el buril. Retomará el arte del grabado durante la década de los 80, de forma personal realizando ilustraciones sueltas y de temáticas muy diversas como la ciencia, las máquinas, los monstruitos o la religión. Pero no será hasta 1996, momento en que gana un proyecto FONDART, cuando profundiza en esta disciplina trabajando en una de sus mejores series “Una visión de los primitivos aborígenes del sur de Chile a través del grabado litográfico”, y creando la primera escuela de grabado en la zona sur de Chile. Osvaldo ganó un segundo proyecto FONDART en la modalidad de grabado calcográfico en 2008, con una temática completamente surrealista “La barca de los locos”, que viene a ser una metáfora para expresar las particulares visiones del mundo y sus conflictos.