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MULTIVERSOS
Nicolás Amaro
Curatoría: Carolina Castro Jorquera
¿Cuántos bosques hay en un bosque?
Al adentrarnos en una caminata por el bosque iremos naturalmente nombrando algunas de las especies que conocemos por su nombre científico o su nombre común, dependiendo la lengua que hablemos, sea la de la ciencia o la de ese territorio, podremos entender algunos aspectos del bosque u otros. Lo mismo ocurre en nuestra vida cotidiana con nuestra experiencia, las cosas que nombramos conforman lo que llamamos realidad, y cada concepto trae a la mano una manera particular de conocer. De este modo la cultura moderna se ha construido en base a concepciones independientes que se orientan a la existencia de una única realidad, excluyendo otras formas de hacer mundo.
En el presente ”árboles, ríos, volcanes, piedras, pumas, bandurrias entre otros, reclaman ser considerados en sus trayectorias y en sus encuentros, afortunados o no, con los seres humanos quienes, como subraya Eduardo Kohn, son ́los productos de múltiples seres no humanos que han concurrido y continúan concurriendo a formarles.” (Skewes; Guerra, 2014). De alguna forma, nueva para algunos y antigua para otros, somos llamados a reconocernos entre la multiplicidad de formas de existencia que nos conforman, para ir, uno o varios pasos más allá, hacia una conciencia mayor de los imbricados procesos vitales de los que somos parte.
Nuestra actual crisis ecológica es también una crisis de la mirada unidimensional. La forma en que hoy vemos aquello que entendemos por naturaleza, condiciona las relaciones que establecemos con nuestro entorno y con aquellos seres con los que compartimos nuestro hábitat. El concepto Multiversos, en el que se inspira la presente exposición, ha sido utilizado por Humberto Maturana para explicar, desde la biología del conocimiento, que no es posible referirse a un mundo exterior con independencia del observador como argumento de una realidad única. En tanto, nuestro conocimiento es inseparable de nuestra biología, existen tantas realidades como dominios explicativos.
En busca de dar lugar a estas multiplicidades, y a través de una manera específica de caminar por el bosque, Nicolás Amaro oscurece las imágenes en su cámara e incluye el azar y el error en sus disparos. En ellas explora la cualidad generativa del mundo natural aprovechando la oportunidad que ofrece la baja luz para difuminar las formas y subjetivizar la percepción. En ese sentido, las fotografías operan en un campo de realidades siempre emergentes, nunca estables, que nos introducen al bosque desde una suerte de extrañeza y desconocimiento, que no podemos descifrar con los códigos habituales de la luz y la nitidez. En ellas la oscuridad opera tanto en el campo físico de la toma fotográfica como en el campo conceptual, proponiéndonos crear alianzas con aquellos dominios de realidad y existencia, distintos de los que conocemos.
Pensarnos como prolongaciones de procesos bióticos y culturales, en parentesco con árboles, montañas y rios, nos permite recuperar nuestras intuiciones de que somos parte de una totalidad viviente que se siente y se piensa reciproca y enmarañadamente. El bosque es un lugar en el que se evidencia ese enredo. Desde allí, Multiversos nos invita a (re)abrir miradas, a apreciar la complejidad y heterogeneidad del mundo natural y, a través de ello, sorprendernos de las infinitas realidades que existen simultáneamente.