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Todas íbamos a ser reinas
12 de Agosto hasta el 05 de Septiembre 2008
MELBA Y LILIAN

Hace casi ya más de cien años atrás Gabriela Mistral escribió las siguientes enardecida palabras:

“ Las mujeres formamos un hemisferio humano. Toda ley, todo movimiento de libertad o de cultura nos ha dejado por largo tiempo en la sombra. Siempre hemos llegado al festín del progreso, no como el invitado reacio que tarda en acudir, sino como el camarada vergonzante al que se invita con atraso y al que luego se disimula en el banquete por necio rubor.”

“En todas la edades del mundo en que la mujer ha sido la bestia de los bárbaros y la esclava de los civilizados, ! cuánta inteligencia pérdida en la oscuridad de su sexo!, cuántos genios no habrán vivido en la esclavitud vil. Instrúyase a la mujer; que no hay nada en ella que le haga ser colocada en un lugar más bajo que el del hombre. Que lleve una dignidad más al corazón por la vida: la dignidad de la ilustración (Mistral, 1999:24)

Como lo dije, las palabras corresponden a uno de sus tantos ensayos, a mi parecer, erradicados de nuestras fronteras. Hemos preferido la Gabriela de los pies azulosos de frío, la de la niña de cera, la que pasa las noches insomne con su hijo en brazo, la amante eterna y siempre heterosexual de Manuel Magallanes Moure. Al contrario, nos hemos desentendido de su presencia como pensadora, como política, como reformista educacional y sobretodo como defensora de los derechos de los hombres y las mujeres.

El trabajo aparentemente inofensivo de Lilian Aubel y Melba San Martin nos trae de la mano de una de las más célebres rondas para niños de nuestra amada poetiza una prolija critica. Ellas han puesto en articulación la maestría gráfica, una acertada documentación y recopilación, y lo que se extrañaba por estos lados: el recurso categórico del volumen, al servicio de la reflexión de una de las exclusiones que yo llamaría históricas. La de la mujer.

¿Por qué tomar las líneas ingenuas del poema “todas íbamos a ser reinas”? básicamente estas resumen un deseo acrisolado por años. Esta ronda infantil de la poetiza chilena nos remite a sus años de pobreza en el Elqui, y sin embargo, al poder transformador de la palabra que la llevó mucho más allá de lo que políticamente había alcanzado una mujer en el Chile de su tiempo, y quizá también en el nuestro. El costo de ello fue caro, dejando su nombre de infancia en Chile: Lucila.

En este sentido toda ronda de niños guarda un relato mucho más complejo de lo que aparenta; de igual forma, la sutileza del papel plisado en el trabajo de las artistas, confunde produciendo sombras, generando origamis silenciosos capaces de entablar un relato de aquellos de infancia con el espectador, apelando a la memoria emotiva que nace desde lo real para producir ficciones aún más reales. Para el caso que nos convoca, el relato de aquellas niñas que soñaron con ser reinas y que se encontraron aprisionadas bajo la maquetería social, bajo la imposición histórica y nacional de ser mujer; ha sido tomado como referente creativo por las artistas con el propósito de generar un relato visual de la contricción del sujeto. Sea hombre o mujer, estamos ceñidos a patrones de identificación; ello en sí no reviste nada novedoso. La dificultad comienza cuando se debe abandonar parte sustantiva de la crítica y la creatividad propia. Notable para el caso resulta la carta que el 21 de Julio de 1920 la poetiza enviara a su amigo, el entonces diputado Pedro Aguirre Cerda:

Mi noble amigo:
Me han hecho dudar de esos poemas en prosa escritos con intención alta. Me han dicho que son crudos. Le ruego leerlos y darme su opinión desnuda, en la que descansaré en absoluto.

Para Ud. y su señora el afecto de:
GABRIELAMISTRAL

Si volvemos al trabajo de las artistas Melba y Lilian, su obra muestra en la imagen parte de este conflicto identitario. La evocación al cuerpo está dada sólo por los artículos que algún día se ciñeron a él, apretándolo. Lo que ha quedado es un testimonio visual de quienes se despojaron de esta estructura parafernálica impuesta por siglos. Las reinas se han ido, han quedado desnudas y hoy presumen de su libertad.



Reseña Bibliográfica
Zegger,Pedro Pablo (1999); Pensamiento feminista-Mujeres y oficios. RIL EDITORES, Santiago.




Abelardo León Donoso



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Todas íbamos a ser reinas

Expositoras: Lilian Aubel y Melba San Martín Lassalle.

Dejándose tomar de la mano cual Dante de Virgilio por este infierno estatal de la subvención cultural y la empantanada academia, las expositoras Lilian y Melba, se asen de una Gabriela Mistral revisitada para esbozar la problemática femenina. Y eso podría ser todo. Y ya. Pero no lo es. Y reflexionaremos por qué estas artistas cuya premisa mistraliana sirve de punta de iceberg nos dan mucho más que una tratativa sobre la mujer. Y pienso que es básicamente porque las artistas supieron salir raspando del cliché y de algo peor: la victimización o el rencor. Tan caro al 99% del arte nacional.

Si ocupan el volumen de artefactos que alguna vez las ciñeron, si llenan una sala entera de cientos de origamis es para demostrarnos que el sueño de todas íbamos a ser reinas también proyecta sombras sobre su propia condición… todo esto manchado con un juego inquietantes de luces que nos hacen sentir ora cálidos ora fríos, siempre lucidos (Lucila) y comedidos. Dando con el secreto: tal ronda es de una crudeza sin par y todas y por qué no decir todos yacemos aún parte de esta estructura victoriana, racionalista.

Sin duda, Lilian y Melba, despliegan con agudeza un sentido profundo sobre la realidad social y a la vez personal de la mujer de ayer y hoy, apuntan con fineza a su disciplinamiento corporal y educacional, a un arte del discurso y al propio vacío que puede encerrar, a los signos que se organizan en esta sociedad (y su cultura) no tanto haciendo un arte del vestigio de la opresión sino del excedente de un proceso que en ningún caso es: caso cerrado. Y gracias a Dios no caen en una oposición feministoide sino en algo más peligroso y hermoso: Arte. Y lo hacen con un sentido común que parece un privilegio en el descampado que es hacer arte en la provincia con uno de los niveles más bajo de lectura en Chile.




Por Ernesto González Barnert.





 

Todas íbamos a ser reinas / Lilian Aubel