Todo ocurre en un ascensor. Un espacio reducido y paradójicamente público, donde las personas viajan anónimas de un piso a otro. Un “no lugar”, un lugar de transito, pero sobre todo un lugar de espera, donde muchas veces el ensueño y la autoconciencia de la persona está en juego. Y es que los ascensores nos obligan a detenernos.

Elevator es una serie de retratos espontáneos a desconocidos que viajan dentro del ascensor del legendario edificio Whitney Museum. en Nueva York, durante la bienal 2014. “Este ascensor tenia una carga especial, eran espectadores de arte, personas de todas partes del mundo que venían a enfrentarse con el arte, dispuestas a vivir un momento trascendental”.

El artista se infiltro como un espía dentro de este ascensor durante el transcurso de 3 meses, “me hice parte del lugar, era mi pequeño taller”. Observó de cerca los comportamientos humanos, el lenguaje corporal y facial de las personas mientras esperaban. Con su cámara semi-oculta en el pecho, disparaba sin que el sujeto lo perciba; “así no se espanta el misterio”.

Las puertas del ascensor funcionan como el obturador de la cámara; al abrirse entra la luz dejando ver un instante. Bajo el lente de Rodríguez, esa luz cae sobre rostros abstraídos, cuerpos suspendidos, que junto a sombras y manchas, nos ayudan a entrar en los momentos de reflexión mas íntimos de las personas. “Me interesé por aquellos que estaban solos, ensimismados, viajando no solo físicamente, sino que psicológicamente a través de sus pensamientos.”

El proyecto termina cuando es descubierto por los guardias y expulsado del museo después de haber ido recurrentemente a encerrarse en este ascensor.